24 de agosto de 2008

¿Hacia donde caemos?

Seguimos recopilando textos, este en particular es del 98, mas o menos, un vómito de emociones en pocas lineas. Un adelanto de lo que seria el relato de Susurros en Potencia ya publicado.

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Hace tiempo que he muerto, pues he visto mi cadáver desangrado por todas las alimañas que me drenaban lentamente la VIDA...


Hace tiempo que perdí la noción del tiempo, vivo sin pasado ni futuro...


Nunca creí en un destino, sólo vivía de sueños. Ahora, simplemente me dejo llevar por esa corriente que me empuja hacia un punto en el cual me ahogo...hacía tiempo que olvidé lo que es llorar...o lo que significa sentirse querido...


Soy un alma maldita, condenada a sufrir por toda mi eternidad... pues una vez me perdí, y al no encontrar el camino de mi LIBERTAD, abandoné cobardemente mi búsqueda, y apreté el gatillo que me rajó las venas salpicando todos los atentados que cometí hacia ese maldito mundo...


Ahora soy sólo una mera sombra que vaga por lo desconocido...pero hace mucho tiempo yo era un ser humano que luchaba por un IDEAL...los BUITRES se encargaron de devorarlo y no supe enfrentarme a ellos...


No me merezco siquiera tu compasión...ni yo mismo me atrevo a pedir perdón....

PERSEGUÍ UN SUEÑO, Y ME OLVIDÉ DE DESPERTAR...


5 de agosto de 2008

Falcatas y Leyendas : Noche inquieta

En la página de mi tropa histórica, Mercenarios Iberos, hemos comenzado una iniciativa que consiste en colgar relatos sobre ella. Escritos iberos que plasman las emociones, narran las batallas, lloran las perdidas y exaltan la grandeza de un pueblo guerrero fiel a si mismo.

Este es el primero que he colgado, espero lo disfruteis.

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"Para aquellos que gozan de una historia, de un pueblo al que representamos
y es algo mas que baile y cerveza"





La noche siempre nos ha sonreído.

El espíritu del lobo vela por nosotros, nos presta sus colmillos, sus garras y su instinto, y cuando el choque de metales cesa, aúlla por nuestra victoria.

Porque siempre hay victoria.

Porque incluso en la muerte siempre hay gloria y honor en mi pueblo. Y lobo lo sabe.

Bajo la luz plateada de la luna observo la falcata mellada de uno de mis hermanos caídos, cuyos huesos y sangre la impregnan ahora, mientras descansa junto al fuego de su despedida y su gloria eterna. Mas tarde, el maestro herrero tomará esos restos y hará uno con ella, manteniendo el espíritu del guerrero en su interior, forjándola de nuevo para que otro orgulloso héroe merecedor de ella pueda seguir luchando.

Y donde un ibero cae, hay todo un pueblo que clamara su nombre entre amigos y enemigos para que nunca sea olvidado. Las gestas han de ser plasmadas en pieles y roca, y sobre todo en los corazones ardientes de los jóvenes cachorros contados con la pasión de nuestra propia alma.

Así nacen las leyendas, y entre mis hermanos iberos hay muchas que recordar.

Hemos sobrevivido infinidad de interminables batallas a lo largo de la península.

Cada vez somos menos, fuertes hombres y mujeres que no se dejan aplastar por el yugo y sobreviven en alianzas forzadas defendiendo su tierra, somos el pueblo ibero, y es un nombre tan poderoso que hace temblar al enemigo con un solo grito.

El día ha sido largo, la batalla dura y los enemigos se contaban por miles. El amparo de la noche que nos permite apenas descansar solo es el anticipo de lo que vendrá con el amanecer: Furia y más sangre. Pero no veo atisbo de temor en los rostros de mis hermanos iluminados por las llamas. La impaciencia por lo que se avecina es aun mayor que la necesidad de sueño. Todos bebemos, todos reímos, adoramos a los dioses y compartimos lo que podrían ser los últimos trozos de carne de nuestra vida.

Sin miedo. Sin control.
Sin perder la esperanza.

Esos sentimientos hacen débiles a los guerreros, y nuestros hijos nacen ansiando empuñar la falcata, que ya desde el útero materno, escuchaba tintinear con furia en los entrenamientos y batallas de sus padres. Y brindar con sus mayores con los cuernos rebosantes de citos, el líquido sagrado.

El brujo baila alrededor del infierno de fuego honrando la sangre derramada, llamando a los espíritus que nos acompañaran mañana, tanto si regresamos vivos, como si han de acompañarnos a su lado una vez dejado nuestro cuerpo desmembrado en la tierra.

Los hombres gritan con rabia y orgullo, y las mujeres entonamos canciones a su alrededor, dejándonos llevar por la fuerza que nos guía, implacable y ardiente.

La resaca de la comunión entre hermanos se paga con sangre enemiga…

Y lobo aúlla, a lo lejos, retumbando dentro de nosotros como un tambor que nos empuja a seguir luchando por aquello que importa, por aquello que nos quieren arrebatar, hasta que el último de nosotros quedé en pie.

Rendirse no es una opción, la derrota con la muerte, la única salida.
Y como dije, no hay derrota posible en el espíritu íbero.

El viento responde a nuestra llamada, y esparce las cenizas de nuestros hermanos.

El brujo anuncia que sus falcatas estarán con nosotros en la batalla de mañana.
Nuestras espadas relucen al ser alzadas clamando sus nombres.


Seremos menos… o eso es lo que verá el enemigo.

Nos subestiman por ello, porque son ciegos de ver lo que hay detrás de nosotros, otorgándonos su fuerza.

Las hogueras se apagaron lentamente, y un silencio efímero inundo el campamento. Leves sueños, cubiertos de revelaciones, nos acompañaron el resto de la noche.

Lobo me habló.

Y solo mis hermanos podrán beneficiarse de sus palabras.


Kiarka,
Hermana ibera, a la que hablan los lobos.